Historia de Islandia
La historia de Islandia es relativamente reciente, tanto en el aspecto geológico como en el sociológico, pues las primeras poblaciones habitadas en Islandia no tuvieron lugar hasta casi el siglo IX d.C.
Los primeros turistas de Islandia
Pese a que el turismo en Islandia ha crecido exponencialmente durante la última década, hace miles de años ya existieron algunos “turistas” que recorrieron el territorio islandés.
Se cree que uno de los primeros en pisar la Tierra del Fuego y el Hielo fue el viajero y explorador griego Piteas, que en torno al año 330 a.C habló en sus crónicas sobre una isla que se hallaba seis días al norte de Gran Bretaña en barco a la que llamó Tule. ¿Se trataría realmente de Islandia?
Tras un vacío en las páginas de la historia islandesa de aproximadamente un milenio, en torno al año 700 d.C. se vuelven a encontrar testimonios escritos sobre Islandia. En ellos, un grupo de monjes irlandeses que huía de los vikingos asentados en Gran Bretaña hablaban de una isla en la que no había luz durante el invierno y en la que el sol no se ponía durante el verano: es decir, describían la climatología de Islandia y hablaban del famoso fenómeno del sol de medianoche.
Sin embargo, los pequeños grupos de monjes y frailes no permanecieron en Islandia mucho tiempo, ya que en el siglo IX d.C. llegaron a la costa de Islandia aquellos de quienes habían huido: los vikingos.
La llegada de los vikingos
En Oslo y otras partes del territorio noruego, la situación política y social provocó una emigración masiva, en la que muchos de estos colonos acabaron llegando a Islandia. De esta manera, a finales del siglo IX d.C comenzaron a llegar a la costa islandesa los primeros colonos escandinavos prácticamente por casualidad, pues Islandia no se encontraba en sus rutas de navegación.
Pese a que inicialmente la isla fue bautizada por uno de ellos como Snaeland, Tierra de Nieve, fue el vikingo Flóki Vilgerdarson quien dio al país su nombre actual: Ísland, Tierra de Hielo. Sin embargo, pese a la importancia histórica de estos primeros colonos, no fue hasta la llegada de Ingólfur Arnarson en el 871 cuando se empezaron a construir los primeros asentamientos en Islandia. De hecho, tres años más tarde, este mismo vikingo junto a su hermano Hjörleifur llegó hasta la costa sudoeste de Islandia y fundaron la población de Reikiavik, “bahía humeante”. El origen de este curioso nombre nada tiene de mitológico, sino que era puramente descriptivo: cuando llegaron vieron el vapor de las aguas geotermales que abundan en Reikiavik en concreto y en Islandia en general, como las de la Laguna Azul o la Laguna Secreta.
En el Museo Nacional de Islandia es posible admirar algunas piezas y obras de arte pertenecientes a esta época de asentamiento vikingo, como cuernos, máscaras o estatuillas.
El nacimiento de Islandia
Conforme las poblaciones de Islandia se iban afianzando y la población crecía, empezó a surgir la necesidad de organizarse a nivel nacional. Durante estos años, ya muchos granjeros, artesanos y terratenientes habían discutido sobre los problemas cotidianos en asambleas regionales, pero el país y su población aumentaban y con ellos, crecía la responsabilidad de las decisiones a tomar.
De este modo, en torno al año 930 d.C. se fundó el Alþingi, es decir, el Parlamento de Islandia. Se constituyó en el Parque Nacional de Thingvellir, y fue un sistema de gobierno bastante novedoso para la época . El primer jefe supremo del parlamento fue Þorsteinn Ingólfsson, hijo de Ingólfur Arnarson, y fue el encargado junto a Úlfljótur (el lögsögumaður, orador de leyes) y otros 48 goðar (jefes) de gobernar y legislar por primera vez en la historia Islandia.
Con el paso de los años, el Parlamento islandés se afianzó y dirigió exitosamente el territorio islandés hasta que se encontraron ante una complicada disyuntiva: ¿Islandia debía ser pagana… o cristiana?
En torno al año 1000, la población islandesa estaba completamente dividida entre ambas religiones y esta cuestión llegó al Alþingi, donde se debatió qué creencia debía abrazar Islandia. Tras reflexionarlo durante un día y una noche, según cuenta la leyenda, el orador de la época anunció que Islandia se convertiría al cristianismo (aunque los paganos podrían continuar su culto en privado), lo cual otorgó identidad nacional y unión a toda la población de la isla.
Crisis y dominación extranjera
A principios del siglo XIII comenzó en Islandia una época conocida como Era Sturlung, llamada así por la familia islandesa más poderosa de aquel entonces. Durante esos años, los enfrentamientos entre milicias privadas y saqueos de granjas y pueblos eran constantes, por lo que Islandia se hallaba sumida en el más absoluto caos.
Ante esta situación, el rey Hákon Hákonarson de Noruega vio la oportunidad de hacerse con el país, y en 1281 Islandia quedó absorbida por el reino noruego. A esta crisis política se le sumaron las erupciones del volcán Hekla, que acabó con multitud de cabezas de ganado y gran parte de las cosechas hundiendo la economía del país. Por si fuera poco, también a finales del siglo XIII la peste negra se propagó por toda la geografía islandesa y mató a la mitad de su población.
Casi un siglo después, en 1397, Islandia pasó a formar parte del Reino de Dinamarca después de que esta y Noruega se unieran bajo la famosa Unión de Kalmar. De esta manera comenzó la dominación danesa sobre Islandia, la cual perduró hasta principios del siglo XX.
Fue entonces cuando comenzaron unos siglos oscuros para la historia islandesa, marcados por la caza de brujas en los Fiordos del Oeste, los saqueos de piratas en lugares como Vestmannaeyjar y, de nuevo, erupciones volcánicas que no permitían levantar la cabeza a la economía de Islandia.
Independencia de Islandia
No fue hasta el siglo XIX cuando, impulsado por otros casos similares en el resto de Europa, surgió un fuerte sentimiento nacionalista entre la población islandesa. La principal figura del nacionalismo islandés es Jón Sigurðsson, quien luchó durante décadas por la independencia de Islandia y logró redactar una constitución en 1874, logrando así Islandia recuperar control sobre los asuntos que sucedían dentro de sus fronteras.
No obstante, el camino hacia la independencia definitiva no fue sencillo, ya que Islandia vivía de nuevo una crisis económica y demográfica debido a la emigración masiva de trabajadores en busca de oportunidades. Además, una vez más sufrió una devastadora erupción volcánica, en este caso del volcán Askja que en 1875 envenenó a un gran porcentaje del ganado islandés con sus cenizas.
Pese a que pueda parecer contradictorio, el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914 ayudó a Islandia a prosperar gracias a la exportación de carne, pescado y productos típicos como la lana. Casualidad o no, fue en 1918 cuando Islandia logró convertirse en un estado independiente dentro del Reino de Dinamarca.
El proceso de independencia se culminó varias décadas más tarde, después de la Segunda Guerra Mundial, cuando los islandeses solicitaron su completa independencia en varias ocasiones. Esta llegó definitivamente el 17 de junio de 1944 con la proclamación de la República de Islandia. Esta fecha continúa siendo hoy el día festivo más importante de país.
Islandia tras la independencia
El siglo XX, al igual que el resto de los siglos de la historia islandesa, fue bastante turbulento. Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, Islandia se convirtió en uno de los enclaves más importantes de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética debido a su posición geográfica. Incluso actualmente se pueden ver en los Westfjords o cerca de Vík restos de aviones militares estadounidenses.
Además de vivir la tensión entre estas dos grandes potencias, Islandia tuvo su propio conflicto entre las décadas de 1950 y 1970 con Gran Bretaña: las guerras del bacalao. El límite de pesca de ambos países fue el motivo de esta disputa, ya que Islandia se desarrollaba económicamente y necesitaba ampliar su radio de pesca. A mediados de los años 70, el gobierno británico acabó claudicando y aceptando las condiciones islandesas sobre límites de captura y número de pesqueros británicos en aguas próximas a Islandia.
Desde el final de este conflicto, Islandia se desarrolló económicamente a pesar de sufrir diversos altibajos. Sin embargo, en 2008 volvió a la primera plana del panorama internacional por sufrir una de las mayores crisis económicas y políticas de la historia reciente.
Afortunadamente, Islandia logró recuperarse tras innumerables protestas ciudadanas y dar la espalda al sistema bancario que había caído en la quiebra. A día de hoy, el índice del paro en Islandia es uno de los más bajos del mundo y su economía, una de las más boyantes.